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jueves, 29 de octubre de 2015

bajo el penoco titula "periódico vendido" al Finantial Time que promovió la presentación de Evo en Nueva York, diría más bien se vendió el Finantial Times a los japoneses.

Como se sabe, el diario británico Financial Times, un verdadero emblema de la prensa británica, una de las más serias y objetivas del mundo, fue vendido en el mes de julio de este año a un consorcio editorial japonés

La transacción, cuyo antecedente más importante fue la venta de otro de los grandes del mundo The Washington Post, no hizo más que confirmar la grave situación económica en la que se encuentran casi todos los diarios tradicionales del planeta que están buscando todas maneras posibles de sobrevivir. Una de ellas es precisamente la ampliación de su modelo de negocios, que incluye la organización de eventos como el que acaba de ocurrir en Nueva York, donde el Financial Times se convirtió en el “chaperón” del “proceso de cambio” boliviano. 

La operación, que según algunas fuentes habría costado cerca de un millón de dólares, también incluyó la publicación de una separata de 52 páginas en las que se habla flores del régimen boliviano y sus grandes logros económicos. Por supuesto, esa edición fue vendida al gobierno nacional y no incluyó ningún punto de vista controversial, como los avasallamientos a la propiedad privada, algo muy común en nuestro país. 

jueves, 8 de octubre de 2015


el Gobierno de Evo Morales ha convertido a la TV estatal en un apéndice del Palacio de Gobierno sin ninguna independencia y más bien sometida totalmente a las directivas del Jefe de Estado y su entorno. El Deber cuestiona este proceder que envilece el trabajo periodístico y coloca a los profesionales que allí trabajan en situación de humillante dependencia. simples asalariados, que tienen que hacer lo que les ordenan.


Todas las democracias modernas cuentan con medios estatales de comunicación, independientes del poder político de turno. Funcionan por razones muy concretas: mostrar la identidad del país y su diversidad, y defender el interés público por encima de visiones particulares. En todos los casos se establecen y aseguran los mecanismos institucionales para garantizar el financiamiento de esos medios con recursos públicos y la conformación de directorios autónomos respecto del poder político y del sector privado. Así pasa en la mayoría de los países europeos, en Estados Unidos, en Japón y en varios países de la región como Brasil, Colombia y Chile.

No ocurre lo propio en Bolivia, donde los medios estatales –Bolivia TV, radio Patria Nueva y el periódico Cambio– se han transformado en meros apéndices del Gobierno, en los que la agenda propagandística se sobrepone a la información como servicio público fundamental. El fenómeno no es nuevo, hay que decirlo. La mayor parte de los gobiernos anteriores al actual hicieron lo mismo que ahora: utilizar los medios estatales como instrumentos para la publicidad oficial, olvidando que el país es mucho más que una parte que hoy está en el poder.

Lo vimos en fin de semana con la supuesta ‘entrevista’ al presidente Evo Morales en su natal Orinoca (Oruro). La puesta en escena, claramente, apunta a posicionar al mandatario para su eventual re-reelección. Todo con recursos públicos que aportan todos los bolivianos, incluso aquellos que no son parte ni respaldan el actual modelo gubernamental. 

Por eso resultan legítimas y oportunas las dudas expresadas por la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia y la Asociación de Periodistas de La Paz respecto de la idoneidad de los periodistas oficialistas de Bolivia TV para realizar la prometida entrevista con el canciller chileno, Heraldo Muñoz. 

El mismo detalle de que la invitación a una ‘entrevista’ a ese dignatario de Estado haya sido hecha por la vocera presidencial resulta francamente un absurdo y una incoherencia. Debió haberla hecho el director de Bolivia TV a fin de garantizar cierta coherencia con lo que pasó antes con el diálogo con el expresidente Carlos Mesa en Televisión Nacional de Chile.

Más allá del debate sobre la demanda marítima boliviana, el caso confirma que Bolivia TV es un apéndice de Palacio Quemado y no un medio estatal al servicio de todos los bolivianos

domingo, 4 de octubre de 2015


Eduardo Pérez Iribarne (epi)

la tentacion

La cotidiana tentación del periodismo en el mundo de hoy es la superficialidad. Hay otras tentaciones diarias para los que se afanan por brillar en los Medios de Comunicación Social, en las Redes Sociales y en los diversos escenarios de los audenominados Medios Alternativos.
Lo alternativo da para casi todo en el tiempo actual. Los protagonistas de ese escenario específico pretenden protestar con lo tradicional, con lo ya conocido, para liderar medios diferentes, con mayor o menor acierto y con variopinta responsabilidad.
Lo superficial es lo que parece sin investigación, sin análisis, sin reflexión y con gran velocidad. La velocidad se ha convertido ya, lamentablemente, en sinónimo de garantía para mostrar la principal característica del tiempo presente.
Los periodistas nos subimos a la turbina de la velocidad con la ilusión de que estamos mejor ubicados en este tiempo con la supuesta exigencia de correr de manera veloz para no ser  superados por los demás, en escenarios en los que la competencia intenta valorar mucho más lo rápido que lo reflexivo.
Pero, la velocidad en la difusión de noticias, comentarios, opiniones, análisis, reflexiones, investigaciones, y sus escenarios colaterales, no es garantía por sí misma. Se puede escribir sin motivo ni destino a gran velocidad y, con una consecuencia ya conocida: la superficialidad. Esa superficialidad sólo puede ser superada con una palabra que tampoco está de moda hoy en día: esfuerzo. Para informar, como para todo en la vida, el esfuerzo es parte de la rutina diaria si queremos evitar la tan dañina superficialidad.