Los interculturales. Es una nueva “raza” que el gobierno se ha inventado para dar un tinte de autenticidad a la contramarcha de los campesinos originarios del Tipnis. Nos han hecho creer que, frente a los realmente originarios de las tierras bajas, existía un grupo étnico específico que, no pudiendo se identificados ni con los Trinitarios, ni Chimanes ni Yuracarés, es decir, con los pueblos auténticamente nacidos y criados en aquellas tierras, tenían que ser bautizados con un nombre gentilicio que, de alguna manera armonizara con el nuevo apellido de la auténtica República de Bolivia, hace seis años apodada con el sobrenombre de Estado Plurinacional.
Pongo por ejemplo un brillante joven cochabambino que aprendió de sus abuelos el armonioso quechua, de sus padres aprendió a hablar el castellano, hizo el bachillerato en el colegio de los padres agustinos holandeses, en donde le iniciaron en el inglés, lenguaje universal que perfeccionó en una prestigiosa universidad de los Estados Unidos, en donde se graduó de ingeniero petrolero. Fue tan buen alumno que obtuvo una beca para ampliar sus conocimientos en Alemania y de aprender la lengua de Göethe. Se casó con una bella italiana que le enseñó a cantar la tarantela y volvió a Bolivia a trabajar en una empresa petrolera multinacional. He aquí el perfecto intercultural.
Pues bien, este ilustre cochabambino, a la hora de inscribirse en el padrón electoral no encontrará la casilla apropiada para anotar sus raíces originarias. Supongamos que en el registro civil lo inscribieron como Nemesio Cusicanqui Ayala. Así consta en su partida de nacimiento, en su documento nacional de identidad, en su pasaporte y en su carnet de conducir. Y que ninguna familia se sienta molesta por haber usado sus nobles apellidos para este ejemplo. A la pregunta del padrón electoral sobre sus orígenes étnicos, Don Nemesio tendría que declararse “mestizo” o, para estar más al día “intercultural”.
Pongo por ejemplo un brillante joven cochabambino que aprendió de sus abuelos el armonioso quechua, de sus padres aprendió a hablar el castellano, hizo el bachillerato en el colegio de los padres agustinos holandeses, en donde le iniciaron en el inglés, lenguaje universal que perfeccionó en una prestigiosa universidad de los Estados Unidos, en donde se graduó de ingeniero petrolero. Fue tan buen alumno que obtuvo una beca para ampliar sus conocimientos en Alemania y de aprender la lengua de Göethe. Se casó con una bella italiana que le enseñó a cantar la tarantela y volvió a Bolivia a trabajar en una empresa petrolera multinacional. He aquí el perfecto intercultural.
Pues bien, este ilustre cochabambino, a la hora de inscribirse en el padrón electoral no encontrará la casilla apropiada para anotar sus raíces originarias. Supongamos que en el registro civil lo inscribieron como Nemesio Cusicanqui Ayala. Así consta en su partida de nacimiento, en su documento nacional de identidad, en su pasaporte y en su carnet de conducir. Y que ninguna familia se sienta molesta por haber usado sus nobles apellidos para este ejemplo. A la pregunta del padrón electoral sobre sus orígenes étnicos, Don Nemesio tendría que declararse “mestizo” o, para estar más al día “intercultural”.
Pero ninguna de estas dos cualificaciones figura en las cuadrículas étnicas del padrón. Tendrá que inscribirse con el anónimo calificativo de “otros”. En este género caben arios, indogermánicos, caucásicos, chinos, bantús y otras etnias que Dios creó. No encontrará el
recuadro de “mestizo” porque suena mal a los superétnicos, ni el recuadro de intercultural, del que el ingeniero petrolero se siente muy orgulloso porque, para eso ha estudiado y viajado. Casos como éste los hay a miles en Bolivia. Con lo cual se demuestra que el padrón encierra una trampa racista, una nueva estafa de la promesa masista de combatir la discriminación.
Llegamos pues a la conclusión de que los apodados por el gobierno como interculturales son, ni más ni menos que los ocupantes devastadores de las tierras vírgenes del Parque Isiboro-Sécure, los madereros ilegales, los cocaleros venidos de otras partes y cuanto aventurero se instale en las tierras vírgenes que todavía quedan en Bolivia. El gobierno se autoengaña una vez más, porque el día que contabilice los resultados de la inscripción en el censo, comprobará que la mayoría de los bolivianos, s
Llegamos pues a la conclusión de que los apodados por el gobierno como interculturales son, ni más ni menos que los ocupantes devastadores de las tierras vírgenes del Parque Isiboro-Sécure, los madereros ilegales, los cocaleros venidos de otras partes y cuanto aventurero se instale en las tierras vírgenes que todavía quedan en Bolivia. El gobierno se autoengaña una vez más, porque el día que contabilice los resultados de la inscripción en el censo, comprobará que la mayoría de los bolivianos, s
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