La Paz ha sido el lugar en el que se ha desarrollado la “Segunda Reunión de la Unión Latinoamericana de Agencias de Noticias (ULAN)”, institución que agrupa a las agencias estatales de información y que fue creada en Venezuela el año 2011 para “democratizar la información y aportar a la integración de los pueblos”.
De acuerdo a diferentes versiones, se ha tratado de un debate para instalar en la segunda década del Siglo XXI una serie de conceptos que se creía superados en la década de los 80 del siglo pasado, así como un “relato” de la historia —en la jerga del periodismo argentino oficialista— que no se compadece de lo que ha sucedido, sino de lo que los actuales dirigentes de autodenominados procesos de cambio creen que ha sucedido.
Si en esto se hubieran quedado y en intercambiar experiencias, el debate ingresaría en el campo de la metafísica. Pero, también se han vertido peligrosas amenazas en contra de los medios de información y periodistas independientes, tema sobre el que es preciso referirse.
Son tres —hay que insistir, de acuerdo a los trascendidos del evento— los principales expositores de la reunión: El Vicepresidente y la Ministra de Comunicación del Estado boliviano, y el titular de Télam, la agencia de noticas argentina.
El tema de fondo de los dignatarios bolivianos ha sido, por un lado, justificar el uso de los medios estatales en beneficio del Gobierno y para defenderse de los medios privados. Por el otro, acusar a éstos y a periodistas independientes de ser funcionales a grupos políticos de derecha desplazados del poder. A la inversa, ambos aparecen como portadores de la “verdad” que, obviamente, sólo es transmitida por los medios estatales a su disposición que, en la concepción de la Ministra de Comunicación, son un instrumento político dirigido a defender el proceso de cambio, mientras que los privados estarían involucrados en afanes desestabilizadores.
A esas visiones se debe sumar la grosera afirmación del ejecutivo de Télam y ahora también de la ULAN, para quien los medios privados estarían interesados en instaurar un “plan cóndor mediático”, expresión que muestra su profunda ignorancia sobre el pasado de nuestros países y también oscuras intenciones de represión que se estarían gestando en los laboratorios de los operadores mediáticos del socialismo bolivariano del siglo XXI, a los que cada vez más se acerca el Gobierno argentino.
En ese contexto, no está demás señalar que pese a errores y deficiencias que intentamos superar día a día, los medios no oficialistas y los periodistas independientes no consideramos nuestra labor como un arma política. La concebimos como un servicio a la ciudadanía, el cual, por lo demás, es retribuido cuando ésta confirma su credibilidad en ellos, mientras crece su desconfianza en los medios oficialistas.
Es precisamente por esa realidad que más allá de los permanentes acosos a las empresas periodísticas y periodistas, será la propia ciudadanía la que procederá a defenderlos, precisamente en defensa de su derecho a la comunicación y la información. Lo demás, los relatos y los mesianismos, pasarán, como ha sucedido en todas las regiones del planeta donde se ha intentado controlar desde el poder político los flujos informativos.
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