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lunes, 17 de septiembre de 2012

merecido es cierto el homenaje a Gregorio Iriarte, aunque el texto tiene dos errores graves en cuanto a la verdad de un pasaje. Ver Previus

el articulista incurre en un grave error de concepción y de juzgar equivocadamente al sacerdotes oblato Lyno Granier, primer director y fundador de Radio Pio XII de Siglo XX. no es  evidente lo que señala. "el padre Lyno había marcado una profunda división entre los trabajadores mineros" falso. Lyno no dividió a nadie, ahora fallecido Lyno fue un sacerdote ejemplar, es cierto joven impetuoso, pleno de amor a Dios y a su Iglesia, recibió la responsabilidad de Párroco de un inmensa campamento minero donde ni siquiera existía un templo. Lyno fundó la Iglesia, construyó el templo y una casa cural, y en algún momento los mineros católicos le pidieron "padre, porqué no tenemos también nosotros una radio, como los comunistas tienen la suya" y Lyno escribió a sus padres que le ayudasen a financiar un trasmisor modesto de 500 watios de potencia. sus padres que lo daban todo por el hijo misionero en Bolivia, financiaron de a poco, con las limosnas que dejaban en el mercadito de los esposos Granier, un equipo de Un Kilowatio, el doble de lo pedido por Lyno, de ahí nació la idea de poner en marcha "La Voz Católica Minera" y Lyno en visita a la Acción Católica en La Paz, pidió por un locutor, Luis Ossio, Eduardo Bracamonte, Vicente Mendoza le sugirieron mi nombre y me ubicaron, conversamos con Lyno, sabes cantar? en la Iglesia sí, canto, porque lo aprendí de los salesianos en Sucre...y entonces me dijo, volveré en dos semanas y quiero que te instales en Siglo XX, dicho y hecho, por tanto soy testigo del amor de Lyno por su Iglesia y por sus mineros. Con que ahora alegando el homenaje a Gregorio se pretenda mostrar a Lyno como enemigo de los trabajadores, es una mentira que combatiré con toda mi capacidad, con todo el aprecio que le tengo a Gregorio y que él lo sabe, defenderé a Lyno Granier un gran sacerdote oblato, junto con Santiago Gélinas, con Braulio, con Gabriel, con Roberto actual Director...ellos vinieron a Bolivia enviados por sus Obispos para ayudar en la Evangelización, no para dividir a nadie...esa es la verdad histórica. M.Aira, el editor.

Lyno Granier al centro con Lalo Lafaye y Mauricio Aira, autor del previus
Un extraordinario ser humano, de excepción. Todos los adjetivos laudatorios quedan cortos ante la presencia de este hombre circunspecto y serio. El sacerdote oblato Gregorio Iriarte llegó a Bolivia en 1964 desde el País Vasco, en el norte de España.
En el mundo se vivía la etapa de la guerra fría y España era dominaba con mano férrea por Francisco Franco. Además, ese año acabaría de la peor manera posible, un cruento golpe de Estado, los sucesivos gobiernos del desgastado Movimiento Nacionalista Revolucionario.
Con la presencia de René Barrientos Ortuño, furioso anticomunista en Palacio Quemado, se abrió una etapa de durísima, para decir lo menos, represión en contra del movimiento obrero y popular que exigía mejores condiciones de vida. En mayo de 1965, Barrientos dispuso el llamado Sistema de Mayo, que no era otra cosa, que una fortísima reducción de los salarios percibidos por los mineros, en tiempos en que la minería era la principal, cuando no la única, actividad productiva estatal generadora de ingresos para el Estado.
Iriarte llegó a Bolivia para dirigir radio Pío XII, ubicada en el campamento minero de Siglo XX, en el agreste norte del departamento de Potosí. Ese medio de comunicación, bajo la conducción de su antecesor, el canadiense Lino Grenier, había marcado una profunda división entre los trabajadores sindicalizados, con un elevado nivel de preparación ideológica, y la Iglesia Católica que, por entonces, era la oficial en Bolivia.
Durante su gestión al frente de la que en su época se consideró una de las mejores estaciones radiales del continente sudamericano, el padre Gregorio Iriarte no sólo logró la reconciliación entre mineros y religiosos, sino que él mismo salvó la vida al líder de los mineros comunistas, Federico Escóbar Zapata, sobre quien pesaba una amenaza de muerte lanzada por los uniformados. Logró que el dirigente llegue a Brasil, después de llevarlo consigo a través de caminos celosamente custodiados por las bayonetas de quienes se creían dueños de vidas y haciendas, bajo el signo del gorilismo militar.
Desde los micrófonos de “la Pío”, Iriarte denunció los excesos cometidos en contra de los mineros, luchó por los derechos humanos, fue testigo de las masacres de San Juan y de las perpetradas por los militares en 1971 y 1980. Fue un protagonista de primera línea de algunos de los hechos más trascendentales de la historia boliviana contemporánea.
Esquemas para la interpretación de la realidad nacional es una obra fundamental para comprender a la Bolivia de hoy.
La Fundación UNIR, que tantas cosas buenas hizo y hace, ha decidido entregar a este sacerdote vasco de nacimiento y boliviano por sufrimiento y compromiso, el Premio Nacional de la Paz “Ana María Romero de Campero”. Pocas veces, una distinción de esta naturaleza no va a generar debate o posiciones encontradas, sino –como el hombre de Dios lo merece– una cerrada ovación. De pie…

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