Lyno Granier al centro con Lalo Lafaye y Mauricio Aira, autor del previus |
En el mundo se vivía la etapa de la guerra fría y España era dominaba con mano férrea por Francisco Franco. Además, ese año acabaría de la peor manera posible, un cruento golpe de Estado, los sucesivos gobiernos del desgastado Movimiento Nacionalista Revolucionario.
Con la presencia de René Barrientos Ortuño, furioso anticomunista en Palacio Quemado, se abrió una etapa de durísima, para decir lo menos, represión en contra del movimiento obrero y popular que exigía mejores condiciones de vida. En mayo de 1965, Barrientos dispuso el llamado Sistema de Mayo, que no era otra cosa, que una fortísima reducción de los salarios percibidos por los mineros, en tiempos en que la minería era la principal, cuando no la única, actividad productiva estatal generadora de ingresos para el Estado.
Iriarte llegó a Bolivia para dirigir radio Pío XII, ubicada en el campamento minero de Siglo XX, en el agreste norte del departamento de Potosí. Ese medio de comunicación, bajo la conducción de su antecesor, el canadiense Lino Grenier, había marcado una profunda división entre los trabajadores sindicalizados, con un elevado nivel de preparación ideológica, y la Iglesia Católica que, por entonces, era la oficial en Bolivia.
Durante su gestión al frente de la que en su época se consideró una de las mejores estaciones radiales del continente sudamericano, el padre Gregorio Iriarte no sólo logró la reconciliación entre mineros y religiosos, sino que él mismo salvó la vida al líder de los mineros comunistas, Federico Escóbar Zapata, sobre quien pesaba una amenaza de muerte lanzada por los uniformados. Logró que el dirigente llegue a Brasil, después de llevarlo consigo a través de caminos celosamente custodiados por las bayonetas de quienes se creían dueños de vidas y haciendas, bajo el signo del gorilismo militar.
Desde los micrófonos de “la Pío”, Iriarte denunció los excesos cometidos en contra de los mineros, luchó por los derechos humanos, fue testigo de las masacres de San Juan y de las perpetradas por los militares en 1971 y 1980. Fue un protagonista de primera línea de algunos de los hechos más trascendentales de la historia boliviana contemporánea.
Esquemas para la interpretación de la realidad nacional es una obra fundamental para comprender a la Bolivia de hoy.
La Fundación UNIR, que tantas cosas buenas hizo y hace, ha decidido entregar a este sacerdote vasco de nacimiento y boliviano por sufrimiento y compromiso, el Premio Nacional de la Paz “Ana María Romero de Campero”. Pocas veces, una distinción de esta naturaleza no va a generar debate o posiciones encontradas, sino –como el hombre de Dios lo merece– una cerrada ovación. De pie…
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