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viernes, 14 de septiembre de 2012

Victor Gutiérrez firme y directo se refiere a Sacha Llorenti como Embajador ONU, olvidando el eplisodio de Chaparina. el texto no admite discusión

Sin el menor reparo, los gobernantes acaban de designar como Embajador ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) al exministro de Gobierno Sacha Llorenti, con cuya designación y de manera simbólica se cubre con el manto del olvido la violenta represión de la que fueron víctimas los indígenas de tierras bajas el pasado año 2011 en la localidad de Chaparina. Represión ordenada precisamente por el entonces Ministro de Gobierno, a quien de manera ágil y eficaz los representantes del Ministerio Público lo beneficiaron con una sui géneris y extraña resolución de sobreseimiento, y así evitar que cualquier investigación culmine con la instauración de un pliego acusatorio en su contra. Bien sabemos que si es llevado a juicio implícitamente tendrían que acompañarlo en el banquillo de los acusados otros representantes del Órgano Ejecutivo, porque conforme a la Constitución Política del Estado y el ordenamiento legal vigente, la responsabilidad les alcanza a todos ellos, situación que obviamente el poder político no lo puede permitir. 

De ahí que el Gobierno hace caso omiso a los pronunciamientos y rechazos ciudadanos que han emergido en contra de dicha designación diplomática por considerarla como una especie de afrenta. Para quienes hoy día tienen el control del poder del Estado los pedidos ciudadanos de que se haga justicia y que los responsables de semejantes atropellos y violaciones a derechos humanos sean procesados, conforme a derecho, son sencillamente peticiones que no existen dado que en los hechos son ignoradas.

Si bien ahora Llorenti goza de impunidad, de parte de la sociedad boliviana recibe clara y categórica repulsa a su accionar, extremo que se verifica y gratamente cuando públicamente tomamos conocimiento de que la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia, reunida en Congreso Nacional en la ciudad de Tarija, acaba de expulsarlo de sus filas a quien al mismo tiempo le prohíbe que use en su currículum el haber sido alguna vez integrante de dicha entidad defensora de los derechos humanos. Pronunciamiento que nos llena de satisfacción por cuanto es indigno seguir perteneciendo a una entidad que combate precisamente la impunidad y los crímenes de lesa humanidad. 

Pero, con seguridad que poco les importa una expulsión de esta naturaleza, para ellos es mucho más importante ser serviles con el poder de turno y así asegurar una vida material por delante. Lo que sí queda y de por vida es la deshonra, ése es el caso de quien a partir de hoy es nada menos uno de los máximos representantes a nivel internacional del Gobierno.

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