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viernes, 4 de octubre de 2013

aparato propagandístico dispone ingentes recursos de la enorme bonanza. excedentes del gas, minas y agro, todos los medios entregados al MAS, derroche en trasmisiones, muy por encima de los neoliberales. lo que está mal son las amenazas de la boca del Presidente, Manfredo Kemppf endurece la crítica

Un aparato propio de propaganda es el que ha montado el gobierno del Estado Plurinacional, donde, como sobran los recursos, nadie se fija en gastos. Si un día S.E. dice algo en el poblado más distante, al día siguiente ya están sus declaraciones en las pantallas. Eso significa que trabaja gente competente en el oficio, pero, sobre todo, que existen los recursos suficientes para hacer maravillas publicitarias en favor de la imagen presidencial y de su administración.
Una muestra de la enorme bonanza económica con que ha sido bendecido este gobierno, está, justamente, en la propaganda. Ahí se “invierte” parte de los excedentes del gas, la minería y la agroindustria. Las transmisiones gubernamentales abruman al público y no existe minuto del día en que no aparezca S.E. entregando obras, campos de fútbol, echándose algún tutumazo de chicha, bailando, y, más que nada, fustigando a sus adversarios internos y a los gringos. Todos los medios del Estado, a los que se suman los privados que se han entregado al MAS, adquiridos por palos blancos progubernamentales que conocemos de sobra, actúan al unísono.
La ministra Dávila ha mencionado sumas siderales de dinero que se derrochan en propaganda, entre otras cosas 530 horas de transmisión de actos oficiales en los primeros ocho meses del año. Si la hora de televisión tiene un costo de aproximadamente 5 mil y pico de dólares, es cosa de echarle papel y lápiz para observar el costo de uno de los rubros publicitarios. Como hemos afirmado más de una vez hoy existe una gestión virtual. “Lo que se ve se anota” al decir de S.E. Porque no cabe duda de que al pueblo todo le entra por la vista. El menor gesto de S.E., la obra más insignificante, la noticia escueta a la que se le pueda sacar provecho político, aparece como un éxito del gobierno. Eso sólo se puede hacer con decisión política y con mucho dinero.
Nos correspondió transitar brevemente por el ministerio de Informaciones durante las gestiones de Jaime Paz Zamora y del general Banzer, cuando los hidrocarburos eran escasos, los minerales valían poco y los productos agrícolas luchaban por hallar mercados. El Estado no tenía recursos y el mundo vivía, hacia el año 2000, una gran crisis económica. Para conseguir un millón de bolivianos y enseñar algo de lo que se hacía, era necesaria una aprobación previa del Gabinete de Ministros. El canal 7 sobrevivía heroicamente, casi en la mendicidad. Tal vez fue un error que los gobiernos de entonces no hubieran aprovechado más los medios estatales, gastando siquiera algo, porque, sin recursos, sin boato, sin aviones, sin tener las cámaras de televisión encima de sus cabezas, esos gobernantes trabajaron e hicieron muchísimo de forma silenciosa, casi desapercibida.
Una cosa es esto del derroche y la discrecionalidad en los gastos de propaganda para hacer ver los logros del “proceso de cambio” y otra vivir al centavo. Obvio que si hay tanto dinero, si la plata sobra en Bolivia, S.E. sabrá qué hacer para mantenerse en campaña electoral todos los meses del año. Lo que está muy mal, es que, además de la publicidad oficial, se esté envenenado a la gente. No hay día que S.E. no arremeta contra alguien o contra algo. No existe concentración donde no surjan amenazas contra la derecha, los neoliberales o los separatistas. Desde los medios del Estado se incita siempre a la violencia. La amenaza está sibilante en boca de S.E.
Tampoco el Vicepresidente se queda atrás en su afán confrontador. Ha asumido un estilo didáctico, como si enseñara en una escuela de párvulos minusválidos, para hacer llegar su mensaje agresivo y provocador. Ha adoptado la pose, la actitud y hasta los giros vocales de un maestro en aproximarse a las masas: el fallecido “compadre” Palenque. Seguramente que seguidor de la Tribuna del Pueblo, sólo cambia eso de “compadres y comadres” por el falaz y demagógico “hermanos y hermanas”, hoy parte esencial del léxico andino-centrista.
El fin de semana pasado, el Vice se despachó un discurso larguísimo en Masicurí – naturalmente transmitido por BTV – donde las loas a la guerrilla del Ché y el homenaje a la guerrillera Tania, caída en el Vado del Yeso, no era sino un nostálgico recuerdo de la Bolivia amenazada por los AK-47 que disparaban desde la espesura del monte. ¿Por qué el Vice tiene que hacer una apología de la lucha armada si al él le fue mejor, prendido de S.E., en la batalla democrática? ¿Quiere, además del voto, mandar a la tumba a algunos de sus enemigos derechistas o proimperialistas? Esa fue una actitud anacrónica. Un ensayo infantil de un viejo deseo incumplido.
Esas evocaciones nostálgicas del Ché puede escribirlas el Vice, pero no decirlas con nuestro dinerito pagado al fisco, y tampoco delante de militares bolivianos, que, por algún motivo, no recuerdan que la derrota del Ché fue una de las máximas hazañas del Ejército nacional. Menos quieren enterarse, aparentemente por miedo, que el general Gary Prado, el soldado de agallas que capturó al Ché, está siendo procesado injustamente por una idiotez denigrante.

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