Escribo desde Caracas, Venezuela, en momentos en los que se producen preocupantes movilizaciones sociales que parecen anunciar el advenimiento de una profunda y prolongada crisis política, inestabilidad y conflictos, motivados por desconcertantes medidas gubernamentales, en el contexto de una desbocada violencia y delincuencia urbana que genera una angustiante y palpable inseguridad ciudadana.
Después de un par de décadas sin visitar esta ‘tierra de gracia’, como fue llamada por el almirante Colón en los tiempos del acontecimiento que cambiaría para siempre la historia de la humanidad, he retornado a sus calles y aulas para vivir una serie de hechos que parecen inconexos y que sin embargo retratan fielmente este tiempo convulso y de crisis anunciada.
Radiqué en Caracas en los 80 a consecuencia de los persistentes golpes de Estado incubados en las Fuerzas Armadas bolivianas, que provocaron la sensación colectiva de pérdida de futuro y esperanza.
Venezuela me cobijó generosamente entonces y me permitió consolidar mi formación teatral bajo la sabia conducción de Juan Carlos Gené, argentino, radicado también en Caracas para colocar prudente distancia con los feroces gobiernos militares de los 70. Mi residencia caraqueña me permitió culminar estudios en la ilustrada Universidad Central de Venezuela. Es así que retorné décadas más tarde a mi alma mater para participar del XII Simposio de Ciencias Políticas, concelebrar 40 años de fundación de la Carrera de Estudios Políticos y presentar en dicho encuentro académico, un modelo teórico de investigación y estudio de instituciones y procesos políticos denominado: Enfoque histórico-politológico.
Nada más al abordar un taxi en el aeropuerto de Maiquetía fui brutalmente asaltado y despojado de todo el dinero que traía, para luego ser abandonado en unas oscuras y sucias calles del centro de Caracas para que otros terminaran el desalmado recibimiento. Después de aquel golpe, todo mi rencuentro con el país fue, como en esencia es el pueblo venezolano, bueno, generoso e inteligente. Hoy, acosado por un Gobierno irracional, torpe, desconcertado y tolerante con la delincuencia urbana, promotor de la violencia institucionalizada contra todos los que critican las erráticas decisiones estatales.
Esta actitud hostil y equivocada del poder está colocando a Venezuela en el umbral de una crisis institucional anunciada, que tendrá efectos y consecuencias en los sistemas democráticos del continente
No hay comentarios:
Publicar un comentario