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sábado, 21 de diciembre de 2013

El Deber se ocupa de la compra por Bolivia de un artefacto armado en China con piezas de Francia, Alemania y los EEUU, al precio de 300 millones de dólares. explica que no ayudará a mejorar ni la velocidad, ni el precio del internet, pero que podrá recuperar la inversión a muy largo plazo.

Han pasado 56 años desde que la entonces Unión Soviética iniciara la era espacial con el primer Sputnik y 44 años desde que el estadounidense Neil Amstrong caminó por la superficie lunar; ahora Bolivia tiene su primer satélite artificial fabricado y puesto en órbita por la República Popular China. El ingreso de Bolivia a la era espacial se produce comprando un producto fabricado en otro país con elementos procedentes de otros tres países: EEUU, Alemania y Francia, lo que es una garantía de su buena fabricación.

El precio que paga Bolivia por este artefacto es de $us 300 millones, lo que el Gobierno espera recuperar en la modernización de las telecomunicaciones. Se trata de un satélite geoestacionario, que girará en una órbita establecida, a 37.000 kilómetros de altura. Los expertos dicen que el satélite boliviano, que lleva el nombre del héroe Túpac Katari, puede ser rentable si es que el país consigue vender sus servicios y su alcance entre los países vecinos. 

El hecho de que Bolivia esté en el centro de Sudamérica le da esa ventaja, pues el alcance de las ondas del satélite comprende amplios territorios de los países vecinos. Hay algunas dudas sobre la ventaja de usar el satélite para la telefonía, en vista de que la señal demoraría dos segundos en recorrer la distancia de ida y vuelta, pero otros expertos dicen que ese no es un problema insuperable.

También se sabe que el satélite no contribuirá a mejorar el servicio de internet en Bolivia, que seguirá siendo el más lento y el más caro del mundo, como lo han señalado publicaciones extranjeras. El debate en Bolivia tiene que ver con las prioridades del país y definir si el costoso satélite justifica una inversión tan grande que quizá debía ser dirigida a otras urgencias, como la construcción y funcionamiento de hospitales, que son los peores de Sudamérica.

En este debate algunos dirigentes de la oposición dicen que el satélite fue encomendado a China por un compromiso político, como el que tienen también otros países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).

El Gobierno ha diseñado un plan de propaganda intensiva sobre el satélite que, inevitablemente, es considerado parte de la campaña del presidente Evo Morales. Habrá que esperar que este tan costoso lujo sirva de algo y permita reducir los índices de pobreza de los bolivianos, índices que por el momento deben ser atenuados en medida considerable con la ayuda de la economía ilegal y de otras actividades irregulares muy cuestionadas y mal vistas en el país

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