Verdades y mentiras sobre la publicidad estatal

“Medios que no reciben publicidad del Estado son los que mienten, insultan, difaman y desprestigian autoridades. ¿Serán prebendales?”, dice un tuit publicado hace unos días a nombre del presidente Evo Morales. Imposible no leerlo y dejarlo pasar, sin sentir esta urgencia de ir poniendo los puntos sobre las íes en un tema que no debiera ser solo de interés de periodistas y dueños de medios de comunicación, sino de toda la población, por un par de razones fundamentales: afecta al dinero de todos y a un derecho también universal, como es el de ser oportuna y verazmente informados sobre el manejo del Estado.

En primer lugar, sería útil que el presidente diga qué entiende por prebendales. Según el diccionario, prebenda significa “beneficio, favor o ventaja que se consigue, no mediante el propio esfuerzo, sino porque alguien lo concede”. ¿Estará insinuando el presidente que los medios “mienten” y “desprestigian autoridades” como chantaje, para lograr a cambio un favor o ventaja? ¿Quiere decir que los que sí tienen publicidad del Gobierno es porque han logrado ese favor del Gobierno y ventaja? ¿A cambio de qué, de seguir alimentando y beneficiándose de la cultura prebendal a la que apuestan los gobiernos de turno?

Eso por un lado. Pero el tuit atribuido al presidente también da pie para profundizar en otro debate: el del uso discrecional de los recursos públicos, como si fueran del partido o de la cuenta particular de los miembros de la cúpula que gobierna. Y esto vale para los tres niveles de gobierno. En esa afirmación y en muchas otras hechas por Morales y todos sus voceros queda nítida la creencia de que el Estado son ellos.

Tanto es así, que no dudan en apropiarse del dinero público “para beneficios personales o de un pequeño grupo de poder, en el cual las élites políticas distribuyen sus favores a cambio de legitimación política”. No es poco dinero: 2.197 millones de bolivianos en los últimos 10 años, solo tomando en cuenta el gasto de Bolivia TV y del Ministerio de Comunicación, según un estudio realizado a base de datos oficiales por Carlos Börth.

¿Alguien sabe dónde fue a parar tanto dinero? Por lo visto, en más de una década solo ha servido para promover los intereses del Gobierno y de su partido, y no para habilitar un verdadero canal de comunicación entre el Estado y la sociedad. Repito: vale también para otros niveles de gobierno, en los que es común la falta de criterios claros y transparentes a la hora de contratar publicidad oficial, el manejo discrecional del dinero público y su uso como premio a los medios afines o castigo a los medios críticos.