Muera el Socialismo. Viva
el Socialismo
Mauricio Aira
Europa vive una inusitada efervescencia política
motivada en las elecciones parlamentarias para la Unión Europea. Misión
imposible mostrar un atisbo del cuadro febril en las 700 palabras de esta
columna. Si en el 2000 arreció la lucha en contra del fracasado comunismo de la
Cortina de Hierro, en 2014 la corriente va en contra de lo obrado hasta la
fecha. El debate ha sido caliente. Si hemos sacrificado casi todo en aras de
ideales de derecha, el capital, los bancos, el recorte del bienestar, ahora
deben ser los socialdemócratas, los demócrata cristianos que impongan sus
puntos de vista. Y la cosa va por ahí, mientras los burgueses quieren más de lo
mismo, vale decir, privatizaciones y el control de la economía, la corriente
socialista dice. Hay tareas del Estado que no se pueden delegar…hay
subvenciones que son parte de la responsabilidad social que asumen los regímenes.
Áreas sensibles que deben estar bajo la tutela del Estado.
Aun cuando no hay una lista de cuáles serían las
tareas que no se deben abandonar está claro el orden, la salud, la educación,
la vivienda, el régimen de pensiones y la asistencia social tanto a los
enfermos, como a los marginados. En realidad la diferencia entre derecha e
izquierda está en la forma de atender los servicios básicos y la forma de
repartir las utilidades. Qué diferencia entre nuestros países y los europeos. Aquí
se da por supuesto una administración eficiente, la formación competitiva de
los jóvenes, sistemas de seguridad y de defensa efectivos, sin ningún derroche
de recursos, mientras que en nuestros países tenemos que cuidar que no se roben
los recursos públicos, que la corrupción y el contrabando no hagan de las suyas…aquí
el debate se traslada al nivel más alto.
A la luz de estos años de desarme del bienestar
social, de la “barbarie de las derechas” que consiguieron arrinconar a los
socialistas a sus domicilios, acomplejados y apenados por una globalización
galopante, se está llegando a la conclusión que Europa necesita del Socialismo,
los trabajadores lo están asimilando, inclusive con la renuncia a ciertos
beneficios con tal de conservar las reglas de juego de la Justicia Social y el
porvenir para sus hijos.
Luego queda la UE burocratizada y volcada a sus
problemas internos. En algunos rubros, como el económico ha perdido la
iniciativa. Los Estados no tienen dinero para financiar al aparato
administrativo de la UE cada vez más enredado en sus normas. Su presupuesto
crece, por el aumento del ejército burocrático, se teme la “mutualización de
las deudas”, lo que constituye una verdadera amenaza primero hacia su
desarrollo y su existencia misma.
Los críticos de la UE dicen que hay que liberarla de
normas empresariales que rigen hoy y decirles a los europeos que su futuro
depende de su propio esfuerzo y no de la mala o buena voluntad del ejército de
funcionarios UE. Se tiene que saber que nada es gratis y que la crisis no
terminará colocando comisarios en los bancos y entidades financieras o para los
asuntos fiscales.
Es que la UE nació para frenar la guerra y estimular
la Paz, aunque la ambición de instaurar un imperio europeo podría derivar en la
guerra. Recordar que tanto el fascismo como el nazismo centraron sus esfuerzos
en la construcción europea, cuando Mussolini soñaba con instaurar el poder
europeo, el noruego Vidkun Quisling proclamaba la unidad, frente al malgasto de
la sangre en conflictos asesinos. Joseph Goebbelsdijo en 1940, en 50 años razonaremos globalmente, ya no por
países. Mussolini quería un nuevo imperio romano como los japoneses que
deseaban un mundo de gran prosperidad. Hago un alto en la redacción, me traslado
al mayor centro comercial de Gotemburgo y en 12 escasos minutos cumplo con
votar. Desde luego el programa de los conservadores de crear un impuesto para
frenar el consumo de azúcar, tenido por un producto asesino, no me atrae como
la reconstrucción de un socialismo más humano y efectivo, tolerante con cientos
de pedigüeños de Rumania y Bulgaria que invadieron Suecia y extienden la mano
las 24 horas.
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