Cuando el presidente Evo Morales asumió funciones hace siete años, ya tenía identificados a los ‘enemigos’ de su gestión y del ‘proceso de cambio’ que él encarnaba: los medios de comunicación social independientes. Desde entonces, las fobias desde el poder se tradujeron en sistemáticos ataques contra medios y periodistas, dejando al menos en entredicho la libertad de prensa y de expresión en un Estado de derecho y democracia en cuyo reestablecimiento fue clave el protagonismo de la prensa boliviana. Esta misma prensa también ayudó, más tarde, a construir la imagen del propio jefe de Estado, incluso desde sus inicios como dirigente cocalero, luego como diputado nacional y después como candidato a la Presidencia del país. Evo Morales Ayma fue entonces y sigue siendo una de las figuras más mediáticas de Bolivia. Para lo bueno y para lo malo.
En la construcción de esa figura, los medios de comunicación desempeñaron, sin proponérselo, un papel determinante, antes de que el presidente empezara a descalificarlos con sus frecuentes señalamientos. En tal sentido, la peor muestra del talante presidencial quedó representada en el escarnio público que hizo de un periodista al que reprendió duramente en un acto cumplido en Palacio de Gobierno entre el aplauso aprobatorio y complaciente de sus ministros y más estrechos colaboradores. En todo caso, por su recurrencia, apenas sorprenden ya las críticas y acusaciones que, sin mayor sustento, realiza el mandatario contra la prensa que no es de su agrado, mientras su Gobierno sigue empeñado en concentrar, bajos sus lineamientos y de cualquier modo, la mayor cantidad de medios de comunicación buscando canalizar el pensamiento único.
Ahora bien, a un diputado opositor, acaso afectado por la resaca de fin de año, se le ha ocurrido decir que Chile tiene en Bolivia, faltaba más, periodistas ‘infiltrados’ y/o ‘quintacolumnistas’ para manipular la información cada vez que el presidente saca a relucir el tema de la demanda marítima, en coincidencia con problemas de gestión como el terremoto político ocasionado por la desvelada red de extorsión que operaba impunemente desde algunos de los más importantes e influyentes ministerios del Gobierno nacional. Si el parlamentario de marras tiene pruebas de su grave aseveración, que las presente. Que sea capaz de hacerse responsable de lo que afirma. No es mucho pedirle.
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